SLOWLY, WITH LOVE : PART 2

(Texto español abajo)

Armando and Lola, the pig farmers.

Our next stop is Finca Montefrío a pig farm nestled in the mountains of Aracena, home to the world’s best jamón. Armando and Lola, our wonderful hosts, don’t breed just any old pigs – theirs is a pure race, ancient Iberian pig. They are a dying breed. Stubborn and difficult to raise, they are increasingly cross-bred with an American variety to produce a docile animal that renders more meat and less fat. A great loss to humanity – an Iberian pig’s fat is not only exceptionally delicious to eat, but it’s also healthy, with practically no cholesterol and easy to digest.

Armando and Lola manage a sizeable tract of land covered with different kinds of oak trees. Called “la dehesa” this centuries old ecosystem serves an important purpose of providing oxygen to Europe. It comes as no surprise that la dehesa is disappearing too, like so many good things in the Mediterranean. It’s the same old story – mass production, lack of vision, greed…

Armando and Lola see themselves as custodian of la dehesa for future generations. Armando, a rustic sort on the outside, is a poet and a philosopher inside. His eyes glisten as he talks about the sound of a healthy dehesa – birds chirping away, bees buzzing, pigs snorting, a cacophony of happy sounds! Silence is death, he says.

We spent the best part of the afternoon mingling with the pigs who sniffed us and nibbled on our shoes. They looked menacing as they rushed towards us, but they were adorably friendly, just curious. We then saw a few mothers suckling their recently born, some as recently as twelve hours ago; the girls in our team were close to tears. We were all close to tears when it was time to leave the next morning. Armando and Lola work incredibly hard – their life is a self-imposed sacrifice in a way, but they wouldn’t change it for anything. They taught us a number of lessons in a short time: about the importance of accepting what is given to us rather than always wanting and expecting more, about caring for the environment, about living a noble life of giving more than you take… We’ll never forget Armando and Lola.

LENTAMENTE, CON AMOR: 2

Armando y Lola, los criadores de cerdos.

Nuestra siguiente parada es La Finca Montefrío una granja de cerdos escondida en la Sierra de Aracena, donde se encuentra el mejor jamón del mundo. Armando y Lola, nuestros maravillosos anfitriones, no crían a unos cerdos cualquiera - la de ellos es una antigua, pura raza de cerdo ibérico. Es una especie en extinción, terca y difícil de criar, cada vez más hibridada con una variedad americana para producir un animal dócil que da más carne y menos grasa. Una gran pérdida para la humanidad - la grasa de un cerdo ibérico no sólo es excepcionalmente deliciosa para comer, también es saludable, prácticamente sin colesterol y fácil de digerir.

Armando y Lola cuidan de un trozo considerable de tierra, cubierta de diferentes tipos de árboles de roble: la dehesa. Este ecosistema centenario sirve al importante propósito de proporcionar oxígeno a Europa. No es ninguna sorpresa que también la dehesa esté desapareciendo, como tantas cosas buenas en el Mediterráneo, la misma historia de siempre - producción en masa, falta de visión, avaricia...

Armando y Lola se consideran los guardianes de la dehesa para las generaciones futuras. Armando es un tipo rústico en apariencia pero un poeta y un filósofo adentro. Sus ojos brillan cuando habla del sonido de una dehesa floreciente – el canto de los pájaros, el zumbido de las abejas, el gruñido de los cerdos ¡una cacofonía de sonidos felices! El silencio es muerte, dice.

Pasamos la mayor parte de la tarde haciendo buenas migas con los cerdos que nos olisqueaban y mordisqueaban nuestros zapatos. Parecían amenazantes cuando corrían hacia nosotros, pero se revelaron increíblemente amables, sólo curiosos. Después vimos algunas cerdas madres que amamantaban a sus crías, algunas nacidas tan solo hace doce horas; las chicas de nuestro equipo estaban a punto de llorar. Todos estábamos cerca de las lágrimas cuando llegó el momento de irnos a la mañana siguiente. Armando y Lola trabajan muy duro - su vida es, de alguna forma, un sacrificio autoimpuesto, que pero no cambiarían por nada. Nos enseñaron muchas lecciones en muy poco tiempo: la importancia de aceptar lo que se nos da en vez de querer siempre más, de cuidar del medio ambiente, de vivir una vida noble dando más de lo que cogemos... Nunca olvidaremos a Armando y Lola.

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